El 8 de marzo se conmemora el día internacional de la mujer, un movimiento femenino reconocido en 1977 por la Organización de Naciones Unidas pero que, se remonta muchos años atrás.
Sus antecedentes nos hacen volver la vista atrás hasta el S. XIX y comienzos del S. XX cuando las mujeres reclamaban, por ejemplo, algo que ahora resulta incuestionable en nuestro país como es el derecho a voto. También luchaban por la igualdad entre sexos y las mejoras laborales.
Fue el 8 de marzo de 1857 cuando las trabajadoras del sector textil de Nueva York convocaron una huelga para reclamar igualdad de derechos con los varones y mejores condiciones de trabajo, entre ellas que se les permitiera un descanso para amamantar a sus bebés.
Desde entonces, las condiciones laborales de algunas mujeres han alcanzado niveles igualitarios a los de sus compañeros, pero, lamentablemente, no es algo que se encuentre extendido y es por ello por lo que las organizaciones sindicales debemos seguir luchando.
En los tiempos que corren, en muchos sectores las desigualdades continúan siendo evidentes. Si observamos el sector público, nos encontramos con muchas compañeras que son un baluarte y lo han demostrado durante la pandemia atendiendo a nuestros dependientes, porque el sector de la dependencia, hemos de destacar, que es un sector eminentemente femenino. Han estado en primera línea en estos tiempos difíciles y eso es algo incuestionable.
Algo incuestionable para el TÚ pero que para nuestra administración carece de valor cuando estamos siendo testigos de la dilapidación de los servicios públicos, por ejemplo, en el Centro de Atención a la Infancia y Familia, un centro dedicado históricamente a la atención de menores y que quieren “fulminar de un plumazo” en el que su plantilla, hemos de resaltar eminentemente femenina, se ve abocada a unos tiempos de incertidumbre.
De la misma forma, tenemos a los Subalternos y Empleados de Servicios que desempeñan sus tareas en Educación perdiendo empleo y posibilidades del mismo ya que la continua de este Gobierno es la externalización y la privatización de este sector.
Es tiempo de defender y de empoderar el empleo femenino y no de destruir ni esquilmar los servicios públicos que se prestan a la ciudadanía desde la administración, una administración que ha avanzado mucho y en la que muchas mujeres ya ocupan puestos de directivas y subdirectoras, pero, desde Trabajadores Unidos, apelamos a se respete a las trabajadoras de la base de la pirámide, continuamente afectadas por los cambios abruptos de una administración que está destruyendo el empleo público, sin tener en consideración a muchas de sus trabajadoras que se ven afectadas por una alta tasa de temporalidad y una inestabilidad sobre la que tenemos mucho hacer.