Cualquier docente puede atestiguar que una baja ratio en las aulas es directamente proporcional a una mejora de resultados académicos. Es, por tanto, uno de los objetivos de todos los que formamos parte de la comunidad educativa conseguir que las ratios sean lo más bajas posibles para alcanzar el éxito educativo.
La Consejería nos realizó una propuesta para bajar las ratios de 25 a 20, algo que a priori sonaba muy bien, pero esto tan sólo sería para el segundo ciclo de infantil, lo que equivale a las aulas de 3, 4 y 5 años. Pero… ¿qué pasa con las ratios de los siguientes cursos? y ¿qué pasa con el alumnado que tenga más de 6 años?
Por ello este acuerdo nos ha parecido a todas luces insuficiente, porque pese a que esto se esto se ajusta a la realidad demográfica que estamos viviendo, deja el mismo número de alumnado por aula en las etapas de primaria, secundaria y FP, donde las ratios son más elevadas.
Así, aunque nos hubiese encantado haber llegado a un acuerdo en el que la bajada de ratios fuese aplicada a todas las etapas educativas, nos hemos visto obligados a no poder aprobar esta propuesta. Tampoco podíamos votar en contra porque eso supondría aceptar que no estamos de acuerdo con la bajada de ratios en infantil, así que nos hemos abstenido, esperando que cuanto antes nos presenten una propuesta que realmente valga la pena aprobar, que sea valiente y que haga una apuesta fuerte por la calidad educativa.
Hemos dejado pasar una oportunidad de oro, la ocasión perfecta de dignificar la labor docente, de mejorar la calidad de la enseñanza, de beneficiar al conjunto de la sociedad en especial a nuestro alumnado, ya que gracias a los fondos europeos que ha recibido la Consejería de Educación, nos habría permitido bajar las ratios no sólo en infantil, sino en todos los demás cursos donde los docentes tienen que lidiar con grupos muy numerosos y más si queremos recuperar el nivel educativo que teníamos antes del confinamiento.